Tras
varios años de ensayos continuos bajo la antena, y reflexiones sin
fin, alrededor, por el balcón, del telescopio, había conseguido un
método efectivo para aplicar la química de mínimo desprendimiento
de carbono, ¿cómo?, mediante cremas sobre la piel.
-
¿Cremas sobre la piel? - le dijo Carolina.
-
Sí, pero no como un filtro del carbono, simple y fácil de
descubrir, sino como una aplicación exógena que actuación sobre el
interior del individuo. Es el ultimo instante del proceso donde se
define y actúa. Será descubierto cuando ya esté funcionando.
En
el trabajo obligado por los visitantes, los elegidos habían sido
desplazados hacia los diferentes núcleos, centros de población, es
decir, a las burbujas.
Boris
seguía impresionándose, tras siglos, al ver las burbujas, pero se
decía que nunca iba a olvidar cuando estuvo llegando a la primera
para entrar en ella.
Enorme,
gigantesca, inconmensurable, teniendo varios quilómetros de medida
el cualquier dirección. Desprendía un pequeño brillo en algunas de
las curvas que realizaban sus finos limites casi trasparentes.
En
vehículos volando con fuerzas magnéticas, los llevaron, sin hacer
ningún ruido hacia las bola correspondiente a sus respectivas áreas.
Su impresión de la tranquilidad era máxima, volando sobre el mar,
sin ruido y con un aire, lleno de un muy puro oxigeno.
-
Boris, está claro que la pureza del oxigeno es producto de su
proceso productivo, ¿la utilizaran el CO2 como elemento de
combustión interna como nosotros hacemos con el oxigeno?
-
Se rió - por fin, cuanto tiempo- no lo sé, no tengo ni idea, yo ya
he dejado de creer o de creer saber nada respecto a los visitantes.
Puede ser elemento de combustión, pero para sus maquinarias y que
expulsen como elementos de desecho, el oxigeno – mantenían esta
conversación a sabiendas de su inocencia respecto a sus intenciones
y el control de ellos.
Cuando
llegaron, los dos, al destino, siempre solos bajo instrucciones
marcadas por el ordenador, se dispusieron a entrar por una puertas
que pasaban, por túneles, debajo de la burbuja del reciclaje del
dióxido.
Al
bajar del vehículo, los dos se quedaron mirándola. El exterior,
estaba desértico. No había ninguna vida fuera de ella. Al acabar
con los consumidores externos del oxigeno, es decir, las plantas, la
cadena alimenticia desapareció y la vida con ella. En la parte
interior, la vida era un simulacro en todos los sentidos. Si, habían
arboles y cesped, pero ambos elementos sintéticos. Era la falsedad
en la que vivían felices aquellos engañados, total y absolutamente
alienados con elementos puramente banales de divertimento. Carolina
se acercó hacia la burbuja. Se veía reflejada en ella con bastante
claridad, y el interior y las dos cosas bailando con los movimientos,
sin cesar ni parar que aquello mantenía.
Hacia
dos días habían tenido una conexión para dar datos y conclusiones.
-
la maniobra de mejora en cuanto a la productividad de los individuos
será en cuanto a la implicado en la organización. Cuanto más
estatificados estén, mayor será el dominio, el control y el
sometimiento a los horarios de optimización en la producción de CO2
– dijo Boris a la nada en el interior de la boveda del ya sabido
por centímetro el recinto de ésta por él, esperando la respuesta,
que cuando era, no más que preguntas.
-
Y ¿cómo? - resonó aquella muy bien modulada voz
Tras
darle todos los detalles concernientes a la acción a seguir añadió
-
Y como elemento distintivo y definitorio de su lugar, estarán, los
sujetos, recubiertos de cremas identificativas. La sumisión ante la
totalidad y la falta de sentido de su individualidad al vivir en un
puro actualismo conseguido por vosotros, sentirán de buena medida y
ánimo, la pertenencia en otro grupo de acción. Será efectivo e
indicativo. Puros colorantes con arcillas de sulfatos.
El
silencio durante los días siguientes no significaba nada, pero
absolutamente nada y allí se encontraban en la visita directa y
primera a la burbuja.
Entraron
en aquel pasillo.
Era
largo y hermético.
Boris
se acercó a la pared y tras observar las paredes, cambió la
expresión de su cara
-
Silicato plástico. Es el mismo material que el de la antena, ¿por
qué? - extrañado miraba la miraba.
-
¿Quiere decir que aquí no nos escuchan.
-
Sí que no, debe de ser un elemento, cuya presencia cercana debe de
ser necesaria para alguna acción propia del desarrollo de su vida.
El laboratorio, aquí, sabrán de su problemática. Les debe de ser
necesario.
-
¿Estas preparada?, Carolina
-
¿Y tú?, Boris – le dió como respuesta.
Habían
compuesto un plan de adoctrinamientos para la diversión y el
divertimento.
Todos
formaban parte de un grupo de desarrollo, pues la elección personal,
habíase suprimido en la educación. La felicidad se daba y se
encontraba en la participación en las actividades propias en las que
los individuos se sentían involucrados y emocionados. Se dormía, se
comía, se reproducían y hacían deportes. Nada más. Todo aquello
les satisfaccia. Funcionaban bien para los visitantes, pero estos
querían más.
-
Boris, ¿tú crees que les gustará la realidad propia que vivieron
sus antepasados a la vida que tienen en la actualidad?
-
No lo sé, Carolina, me he hecho esa misma pregunta en varias
ocasiones.
-
¿Tenemos que sacarlos del sueño en el que viven?
Los
dos se quedaron callados mirándose
-
Carolina, dijo Boris con seriedad- lo voy a hacer, creo que debo
hacer, por nada más.
-
Sí, estoy de acuerdo, hagámoslo.
Repasando
los planes de actuación, se dirigieron y abrieron la entrada a la
burbuja y tal y como se cerraba la puerta exterior, el ambiente se
lleno de risas, de música y de un ambiente con un ligero y puro
oxigeno.
Todo
estaba muy limpio y el silencio sólo se rompía por conversaciones
animadas. Unos niños y niñas jugaban al fútbol aquí, al
baloncesto, allá. La vida era sana, limpia, feliz.
A
lo lejos se observaba tres construcciones impresionantes con forma
elípticas coberteras. Recintos para jugar.
Allí
se quedaron heréticos meditando lo que iban a hacer y cual era la
razón por lo que lo hacían.
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