martes, 23 de febrero de 2016

EN EL CAFÉ Y SOBRE LA DIFERENCIA






- Pedro, acéptalo – le dijo Andrés clavándole las pupilas justo en las suyas-, el pensar, te hace diferente.
- Andrés, yo creo que exageras, amigo. Cierto es que, me dejas que te diga, que tú eres un tanto extrovertido, pero diferente desde la distancia, pienso que no.
- ¿Tú no has visto cómo te miran cuando escuchan nuestras conversaciones, aquí, en el rincón de las confesiones? - le dijo casi con mirada irónica.
- Bueno.
- Bueno, no – Andrés se puso de pie abrió los brazos totalmente mientras sonreía a su alrededor y algunos del café se mantuvieron algunos segundo mirándolo-, el pensar, razonar y dialogar en algún tema abstracto te lleva al último rincón dentro de la normalidad.
- Cierto es que no nos siguen casi en ningún momento.
- ¿Tú sabes el tiempo que puede durar en una conversación actual en casi cualquier lugar que consiste en algún termino, problema, concepto que no sea material o una reflexión, allá donde quieras en torno al ser humano?
- Ninguno, de acuerdo
- Y ¿qué no recuerdas la cara de éste, cuando en el almuerzo me has resumido aquello que quedamos en que lo ibas a pensar?
- También será por la diferente cantidad. Sólo un poco de reflexión abstracta que nosotros realizamos, se acumula en la abundancia en la mente de otros por la diferencia de cuantitativa y no de calidad.
- ¿Diferencia?, mira, Pedro, la cultura como tema de dialogo usual o minimamente normalizado, ya se perdió. El miedo a hablar en publico en aquellos tonos es complicado y difícil, cuando te ves sujeto a una terrible anormalidad, siempre en lo referente a la totalidad.
- Vamos, que tanto escribir y reflexionar, Andrés, y ahora me vienes con el miedo al publico.
- Sí, Pedro, aquí, y contigo puedo hablar así, pero en pocos sitios más y en ocasiones se teme, ante la posibilidad ser parte más que del error inventado, y además por ti.
Vino en aquel momento Jaime a traerle unos papeles de trabajo a Pedro y comenzaron a hablar, en esto, Andrés se giro y comenzó a darle vueltas al poleo, ya casi frio, mirándose en el espejo del fondo. Vivía en la penumbra de la reflexión y en la trampa del querer saber. No escondía sus inquietudes, pues las pensaba y las decía. Él sabía de las consecuencia de sus actos. Pedro acabó.
- Y, dime Pedro, ya sabes mi opinión, y ahora quiero saber la tuya, ¿llevo muy lejos mi ansiedad Antropológica o realmente tenemos un nivel, a nivel social, muy diferente en estas inquietudes?
- Pues Andrés, como consecuencia de la segunda,, ocurre la primera.
- Dime, dime
- Es tan bajo y tan pequeño la conversación a nivel social sobre cualquier tipo de introspección propia que cuando tú las haces, parecen exageradas.
- Y aún, déjame que te añada, se piensa en la política como una acción o estudio humanístico, y sí, alguna vez lo fue, pero ahora no son más que flujos de fuerzas y dinero. No cabemos ni una persona real en sus discursos y meditaciones – dijo Andrés, con una expresión que afirmaba la verdad sentida de su afirmación.

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