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Mira, Pedro, cuando escucho el número de personas que hablamos la
misma lengua, me imagino, cómo son y quiénes los pueden estar
leyendo lo qué escribo.
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Andrés, tu imaginación te mata.
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No, Pedro, no, soy consciente de la cantidad de posibilidades que
hay. Estás, bueno, un 99% serán aproximadamente como tú, pero
habrá un 1% que se salgan de la aparente normalidad y tengan alguna
característica especial.
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Tú, por lo que veo, te has cultivado en el grupo del 1%, ¿no?
Sonrieron
los dos. Hoy estaban almorzando. Pedro, medio bocadillo, pues tenía
tendencia a engordar – la tranquilidad, que forma parte de tú
persona, da quilos, se dijeron, compartiendo más risas calmadas.
Andrés,
entero. Estaba fuerte y delgado, y continuaron riéndose mientras
hablaban que un manojo de nervios e inquietudes, jamás engordaría.
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E imagínate a aquella mujer, que vive, digamos, en el tercer piso de
este edificio, que se descubre enamorada perdidamente de su compañera
de trabajo. La noción y visión de su vida cambia, jamás pensaba
que esto le iba a ocurrir y ahora, estuviera leyendo un escrito mio,
aquí arriba, desde los sueños del amor. ¿Y si nos cruzáramos
ahora?, ¿Cómo se imagina al escritor?,¿le piensa muy lejos de sus
inquietudes? o, imagínate también, a aquel joven Mejicano, que vive
en una pequeña ciudad cerca de la frontera con los EE.UU, con
problemas familiares, precisamente por la ubicación de su casa, y,
aquella noche, leyendo en la parte más oscura y tranquila de la casa
algunas líneas que escribí.
Siento
escalofríos de compartir emociones y pensamientos primeros míos,
que leen aquellos que publico, ¿con cual cara lo leerán?, ¿cómo
lo vivirán?, ¿qué pensamientos suscitan?, ¿cómo verán al
posible escritor?, ¡qué cerca y tan lejos que me siento!
Distantes
y diferentes con normalidad, pero muy, muy cerca e intimo, en
aquellos momentos de lectura de los textos. En todos hay,
necesariamente, alguna idea que nos une, los normales y los
diferentes.
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Andrés, pones casos exagerados.
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Pedro, sabes que considero la vida de cada uno como algo particular y
único.
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Cierto, ¿cuantos leen tus escritos?
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Si entiendo bien el asunto del blogger y los bloggers, más o menos
30 o 40 personas cuando algo publico.
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Bueno, Andrés, con esas cifras poco margen de movimiento y actuación
les das.
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Vale, pero te hago a la posibilidad de las circunstancias de ese
único lector y que además ¡le guste lo que escribes!, ¿cómo
serán aquellos que les gustaren tus escritos?, ¿tendremos unas
características comunes, unas circunstancias repetidas?
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El anonimato de Internet lleva lecturas como esta – dijo Pedro, sin
reírse ni siquiera sonreír, sabía que era un tema muy sensible
para su amigo.
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Imagínate a una persona al otro lado del océano, en situaciones
máximamente diferentes pero con un nexo en común al leer
interesados mis escritos, ¿quienes serán, donde estarán, a qué se
dedicaran?. Tiendo a pensar, dadas las características de mis
escritos, debemos de compartir, desde la distancia y el anonimato,
unas características comunes. ¡Me gusta soñar con que pensamos
todos al leer y escribir estas lineas!
En
tono y maneras conclusivas y sin ninguna pasión, Pedro le dice
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Esparces tu persona y te gusta ver como la roban para llevársela a
un lugar escondido y lejano.
Se
miraron y se rieron con franqueza.
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Pedro, ya te digo que si escribo Filosofía, que es mi necesidad y
estudios, o si escribo pequeñas o grandes historia es porque es mi
pasión, o si escribo artículos de opinión, que son mi máxima
perdición, siento siempre intriga por conocer y hablar con aquel que
se lo ha leido y con placer así me lo ha indicado, ¿tú sabes de
los los avisos de lectura y gusto por hacerlo?
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¿Cómo?
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Aparece un uno en rojo como aviso de un lector interesado en tus
lineas y yo, automáticamente, sonrío.
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Tú misterio sobre el mundo circundante lo llevas muy lejos.
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No, lo dejo en su sitio. Eres tú el que tienes miedo de aceptar la
enorme diversidad y diferencia que nos constituye. Sabes, el próximo
día que tengamos que trabajar hasta las 2 o 3 de la madrugada y nos
vayamos hacia casa, piensa en el camino, cuantas ventanas encendidas
encontrarás, hasta que llegues y trata de imaginar que podrán hacer
todos ellos a esa hora en casa.
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Beber agua en la cocina.
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O estar teniendo un momento final del mayor éxito en su vida,
descansando y sentada, en este caso sobre el borde de la cama antes
de irse a dormir, o de aquel otro, que sin ser más que uno más,
vive todas las mañanas su más absoluta particularidad, cuando en la
soledad de la ciudad, se afeita para entrar al trabajo a las 5 de la
mañana. Ponte a imaginar y no llegarás jamás al número de
situaciones que te puedes encontrar totalmente lejanas y distintas,
pero no menos reales, que las tuyas
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Andrés, sé la verdad de tus palabras, pero sólo tú las llevas tan
lejos.
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Sí, pedro lo sé.
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Bueno, pero lo disfrutas, que yo lo sé mejor que tú y que además,
por no ser juez y reo, tengo la potestad para decírtelo.
Rieron
muy francamente los tres, Andrés, Pedro y el Barman, que no se había
perdido ni una línea.
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