viernes, 6 de marzo de 2015

LA ÚLTIMA PARTIDA (VI)

Habían estado casi toda la tarde en el aeropuerto. En la primavera de la parte oriental del mediterráneo, el sol ya dibuja una amplia, tardía y lenta hipérbole en su lento transitar por el cielo. Aquel cobarde sol, ya se refugiaba.
Andrés y Ana, todavía estaban en las sillas del mismo bar, al que Pedro les había llevado, mirándose a los ojos mientras calibraban sus palabras, las de Pedro. Pasarían la noche juntos, pero sería la última en varias semanas, o más si las cosas se doblaran y pronto, al amanecer cogerían diferentes aviones camino de Dubay, allá en el golfo pérsico.
Pedro no sólo tenía contactos grandes, bien pagados, en las zonas de seguridad del aeropuerto, y también dominaba un sistema de falsificación del pasaporte. Ana venia de México y Andrés de Argentina, según decía y juraba los diferentes cuños allí impresos. En el camino hacia el Cairo, venía reflejado diferentes caminos, bien por España, en las Islas Canarias o entrado a Europa por Francia.
Qué ignorantes fueron en aquella mesa en Valencia, cuando estaban siendo vigilados y controlados.
El sol meditaba ya en la oscuridad de la noche, cuandolos dos dejaron el aeropuerto hacia un hotel que, y cómo no, Pedro ya les había reservado, esta vez y a todas luces una habitación doble donde tendrían toda la corta noche para asumir el plan.
- Así pues, Andrés, cada uno jugará con las cartas del otro hacia la derecha - estoy impresionada. Los pequeños trucos para saber las cartas de los compinches son sencillos, pero apostar y jugar según las cartas del de en frente, es muy maquiavélico, sí.
- Sí, pues su intención será hacer creer algo que no es para que sea el otro, de los nuestros quien se lo lleve.
-Por muchas cabalas que haga, en muchas ocasiones, no podrá comprender las apuestas de alguno de nosotros. Magnífico, magnifico.
-  Si jugarán con algo de intuición y olor a dinero, tal vez, pero, mi bombón, cómo te resistes a ceder,  calculan como tú y en pocker, así se engaña.
- Eso de bombón Andrés, diselo a tu santa madre que en paz descanse, cuando te acuerdes de ella - le dijo entre sonrisa, mala, pero sonrisa.
- Hemos estado puntualizando situaciones, varias y diferentes toda la tarde, contemplando todas las situaciones y espero, mi gatito, que dejes a tu intuición bajo la almuada.
- Sí, Bombón, a mi si que me gusta que me llames gatito y esta ultima noche en el hotel verás lo que es un felino.
Rieron los dos con franqueza, a pesar de estar, internamente algo nerviosos. El lugar y la gente, no era salvaje, al revés, ni la gente asesinos, pero sólo chasqueando los dedos, te harían desapareces en pocos minutos
- Y si les desplumamos ¿pagarán?, había  preguntado Ana, y Pedro le dijo
- Si perdieran muchísimo dinero, lo recuperarían a costa de la gasolina de nuestros coches, y saben pagar porque les gusta jugar.
Se levantaron, pagaron y de la mano y meditabundos salieron despacio hacia los taxis de la entrada.
- Pasado mañana, no te habré visto en toda mi vida y te miraré, que no se te olvide, como mira un hombre que juega duro, a una bella mujer.

  • - Y a ti, querido, te miraré como lo que soy, es decir, entrado siempre con desconfianza en el primer contacto - apretaron algo más las manos y con una leve sonrisa, continuaron caminando.

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