Nos parecen dos asuntos diferente, pero pueden ser perfectamente utilizados como sinónimos, si bien uno haciendo referencia a una visión Antropológica y el otro como termino cotinianeo de uso social.
Hablo de los ritmos vitales, por un costado y de las prisas diarias por el otro. El ser humano, tiene una serie de ritmos y velocidades de actuación propias que permiten desarrollarse como tales. Son unos humbrales inapelables en su correcta formación, entiendo que fundamentalmente Psicológica. Tenemos una velocidad de asimilación de información, de asumir los hechos y de circunstancialidad correcta.
Actualmente todo se va por los aires.
En la sociedad actual, las prisas son un termino totalmente asentado y aceptado en su uso. Es parte constitutiva de la aglomeración (y nunca jamás mejor dicho), actual.
Os guste o no, lo queráis o no aceptar, el hombre o mujer estresados, se ven cómo insertos de manera correcta y con plenitud en las andanzas, jolgorios y parafernalias sociales.
¿Cómo creéis que sería aquel que propusiese con seriedad y a nivel publico el tratar de bajar ritmos vitales a nivel de los ciudadanos?
- !va¡, ridiculeces, imposible, inviable.
- Pues no, no lo son
¿me dices que no ves los elementos contra natura formadores de la realidad social?
El problema va más allá en cuanto se convierte en demasiadas ocasiones, en un elemento que funciona como sinónimo de triunfo social y se acepta con plenitud.
Sigo y os lo digo, las prisas son malas tanto para el corazón, como para la psique, pero está , esto también asumido y contemplado dentro de lo "tristemente inevitable"
Pero voy a ir mas lejos
- ¿qué?, ¿cuanto?
- Muchísimo
El asunto se avinagra más cuando la acción correcta de acorde a los ritmos vitales más humanos crea diferencia y manifiesta discriminación. Aquel que salga antes y ande, que piensa despacio y habla con tranquilidad, empezará a entrar en el club de los raritos y desviados.
Y no entremos en la fácil salida que nos dice que la sociedad nos impone estos ritmos.
Yo diría más bien, que hacemos bien poco para evitarlos.
El mundo actual esgrime la espada de la máxima actividad, en todo momento y todo lugar.
Ale, a quién le haya interesado este escrito, que lo vuelva a leer con calma, pues todos, por las prisas y ansiedad, fallamos en la comprensión de la primera lectura.
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