1.-
Pienso, creo y opino que, para mi mal, porque pretendo serlo y
hacerlo, en la vida de un escritor o un pensador, debe haber
ocurrido algún elemento traumático que le hace, parar, pensar,
meditar y contemplar.
El
conocimiento científico y técnico, pienso que viene más por el
camino de despertar el interés de la persona por la educación,
poniendo en sus manos los elementos que despierten su mismo interés
por investigar el funcionamiento de las cosas.
Pero
para hacer Filosofía y tener reflexiones profundas, pienso y creo,
que no esta dentro de una dinámica normal de desarrollo, aquellos
que lo hagan.
Un
acontecimiento traumático, te lleva a replantearte con seguridad
aquello que te rodea.
Saliendo
con la mar en calma que mantiene a tu barca flotando placenteramente
de la playa, no tienes que mover el tenemos ni enchufar el motor y
tu mente permanece plácidamente en calma y paz bajo el sol del
mediterráneo, pero ¡Ahy!, si te atrapa una gran tormenta aquel día
que decidiste irte a pescar bacalao a las costas del océano
atlántico, en la siempre querida Galicia, y una tormenta te lleva
hacia los grandes acantilados, que atisban la posibilidad de crujir
tu barca. Sí, entonces sí. La placidez de tus pensamiento, se
acaban bien rápidos. Tu mente entre entre las corrientes de la
desesperación de ver tan cerca la desgracia, el mar cambia de color,
el mar deja de ser placer y se convierte en mal y riesgo. Las
tormentas que sufres en tu vida te serán y valdrán como inspiración
para escribir. Tu razón se preguntará el por qué y tú alma la
empujará para buscar las respuestas.
Soy
un hombre que vivo con una Filantropía que cabalga sobre mis
pensamientos. La Antropología, vista con el interés anímico y
vital sobre el ser humano, es la razón de ser de mis pensamientos.
2.-
Aquellos que tenemos la afición de pensar y contemplar, tenemos un
problema tremendo a la hora de movernos en este mundo de lo
sintético, abreviado y rápido. Mis posibilidades de moverme en el
Whatsapp y sitios similares es tremendamente problemática, pues me
cuesta, no sabéis cuanto, escribir apenas unas pocas lineas y dar la
información seca y escueta. Siempre siento haberme dejado algún
elemento importante definidor. Te acostumbras a ilustrar los
sustantivos con muchos adjetivos o desarrollar las ideas entre frases
subordinadas. Aquí, el los nuevos elementos de conexión, la rapidez
y la simpleza en la transmisión de ideas es máxima y acompañada,
para mi doble mal, de enormes abreviaturas, que yo no utilizo, y que
tengo que meditar y estudiar su aspecto y modo fonológico para
interpretarlos. Demasiado para mi. En diferentes ocasiones, en
algunos grupos de whatsapp, me han dicho que me “enrrollo”
demasiado. Cuando recuerdo las normas de actuación, entro en la
dinámica normal de funcionamiento, pero cuando olvido este esta
pequeña inquisición, me hundo en mi persona y sé que me salgo por
la tangente en este funcionamiento normal.
No
personifico en mi, generalizo en todos aquellos que tienen mis
inquietudes y maneras. Que poco nos conocemos, pero que albergo las
esperanzas de ser más.
3.-
La inserción social de aquellos que vivan y disfruten reflexionando
y pensando, recibe un problema similar y paralelo a su manera de
escribir, ¡cuan difícil es encontrar una mesa en un café, donde se
hable de arte, cultura, libros, cine, teatro!. Se me va el alma en
anhelos, cuando me imagino aquellos intelectuales, tantos que
escriben y cuentas cuando todos iban a los cafés en los primeros
años del siglo XX, aquí en España a dialogar y tener largas
conversaciones, sobre Filosofía, Literatura, Arte, Poesía. Soy un
hombre con un look y estereotipo absolutamente usual y normal, y me
siento en la mesa del garito con la gente a reírme un poco de todo,
pero, ¡cuanto me gustaría ir con mi pequeña levita negra, mis
lentes y con bigote a sentarme en la mesa de aquel café, a tomarme
un the, mientras alguien, ahora ya, me comenta algún párrafo de un
libro, digamos, y sólo digamos de Unamuno!. Soy un soñador, pero os
garantizo que, también es una buena manera de vivir.
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