lunes, 9 de noviembre de 2015

….del intento inútil y provocado de la comprensión..





La conciencia conlleva unas necesidades de acción.
Trae consigo una reflexión sobre la situación propia.
Acaba en una búsqueda de significado en aquel estatus instantáneo.
Finaliza en el juicio y búsqueda de razón de los actos.
Es un estado terriblemente peligroso.
Lo creativo, no es en ningún momento sinónimo de acción de crecimiento.
Las conclusiones a las que puede llevarte la conciencia, no tienen por qué ser positivas, es más, igual posibilidad de validez deben de tener esas que sus contrarios.
La evolución con salida positiva y creativa, allá, fuera de la conciencia actuaba, aquí con ella, no.
La sucesión, búsqueda y construcción de razonamientos no te llevan, nunca jamás a una necesaria concepción sentimental de la vida.
Es decir, nuestra conciencia ha perdido los propios movimientos automatizados y las fuerzas de la lógica y lo necesario, no funcionan en ésta.
En un estado de inconsciencia, el individuo, se mueve dentro de la mayor lógica y necesidad de los actos.
Cuando adquieres y tienen visión primera del mundo circundante, tu juicio consciente, se eleva por encima de todo fundamento lógico y adquiere una personalización indebatible.
La conciencia es un arma realmente peligrosa, pues pasa por un filtro de tu concepción propia del mundo.
Las razones y las verdades ya no te llegan de ningún sitio más que de tu persona.
El sujeto se atrapa en su propia individualidad.
Con cadenas en los pies, deja de volar en los sueños de la inconsciencia.
La satisfacción total de los actos se hace necesaria y la imposibilidad de esto en ellos, también.
La huida hacia elementos satisfactorios, sea de cualquier índole es necesaria y automática.
La máxima intención del mayor filosofo, que estribaría en la felicidad con la pura observación del mundo circundante, se desmorona en cuanto a los conciencia de uno mismo.
El sujeto busca la huida de esta situación en diferentes campos, desde vicios evasivos a acciones somnolientas de la realidad circundante, pasando por acciones teológicas, místicas y demás.
La satisfacción intelectual no dibuja una satisfacción y felicidad ciega en el sujeto que así lo intenta.
La conciencia de uno mismo conlleva al peso de su absoluta injustificación ante la imposibilidad del juicio propio. Pues ¡donde se lleva aquel que no puede dejarse por el camino!
La falta de conciencia de uno mismo y de su estudio, alisa y aplana, con bastante pronunciación el camino de la vida. La inconsciencia es el motor de la velocidad ante la falta del freno del pensamiento detallado de los elementos actuantes.
La conciencia, es la subida por la rampa en el intento constante e infernal, en la búsqueda de soluciones totales inconscientes.
La esencia y fin total del sujeto que la profesa, será por definición el imposible objetivo planteado.
El sujeto navegará en la perdida de su identidad.
La persona está condenada a la no comprensión sobre si misma.
Los individuos podemos permanecer atentos al mundo circundante y expresar nuestros movimientos explicativos de éste.
Pero el movimiento se paraliza mirando hacia nuestro interior.
Los que creen pensar, caen en el error de no pensar en ellos, sino en la realización de generalizaciones en las cuales no se incluyen.
Somos el camino constante, pero siempre inalcanzable, de nuestra comprensión total.
La angustia del vacío y la imposibilidad es un estado inevitable.
La salida está, sin duda, posible y efectiva, en el olvido de la propia persona que reflexiona y en la búsqueda de la felicidad como una razón correcta del por qué del sujeto que piensa.
Si nuestra conciencia fuera capaz de actuar y conocernos, nuestro control anímico estaría fuera de todo peligro, pero no.
Por un lado tenemos el peso de la conciencia que nos lleva a una exigencia explicativa, y por la otra cara, esta cualidad impuesta, nos trae los límites en su uso, como efecto de su existencia, necesario y que no tiene.
Somos, en demasiadas ocasiones, conscientes de nuestro propio desconocimiento, de nuestras propias razone de ser.
La alegría y felicidad es un acto inconsciente basado en la razón de ser de la acción obtenida de una manera inductiva, sólo y nada más.
La felicidad y el hecho tiene una relación directa, sin ninguna razón del proceso.
La felicidad como comprensión no existe.
La comprensión hacia la felicidad, es un camino cerrado.
La conciencia te arrastra hacia esta comprensión que no existe.





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