viernes, 7 de agosto de 2015

La hija bastarda de las ilusiones.





La Fiosofía nació huerfana en la esquina del último barrio de aquella ciudad.
Fue criada, en sus primeros dias, tras encontrársela en la calle, poniéndola entre sabanas de seda, del dinero, sabiduría y poder.
Pero pronto fue echada de su confortante hogar y deambulando continuó hasta que encontraron su cadaver ya en el siglo XX. Murió, donde nació, sola en el lugar en el que sólo llegan hasta la incomprensión.
Algún hijo o hija bastarda, entre la pureza del pensamiento y la necesidad de tener objetos tangibles, pervive, bajo la mirada de incomprensión de los circundantes.
Sólo la endogamia podría renacerla.
Toda los demás cruces la llevan, sin remedio, a la desaparición.
La autodidacia, la autosuficiencia, la separación será el unico camino que la aparte de la carrera y perdida ante el atractivo y encandilamiento que la velociad de los objetos producen en nuestra propia persona por satisfacer nuestros primeros instintos, estériles, vanales, estúpidos, despectivos y  deformativos personales.
Los guetos de la Filosofía volverán.
La endogamia, en la que sólo sean los filósofos y filósofas, los que se junten para procrear conocimientos, será como la filosofia continuará.
Sino se busca la pureza de fundamentos, acabará atrapada en alguna aplicación practica, contingente, relativa y sobretodo y mucho más peligroso, probabilisica.
- !Dejadme en la soledad de mis pensamietos! - grito Carmen en la incomprension de sus movimientos.
- Vamos, caminemos, juntos - le sonrió Andres con el libro de Filosofía del colegio perteneciente a los que se enseñaron el último año antes de que desapareciera la asignatura dentro del orden de enseñanzas. La incomprensión de Andrés llegaba a tanto que se preguntó si era una razón estética referente a la portada del libro lo que ha traido el desprecio hacia ella.
Fueron ellos, los que llevaban a las personas como cerdos amontonados en los trenes hacia los centros de exterminio o aquellos otros que lanzaron bombas que destruyeron ciudades enteras en las que solo vivian inocentes, lo que fue enfermando, en el mal de la incomprensión, a esta niña bastarda que quisó ser Filosofia.

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