sábado, 9 de enero de 2016

...de la poesía de mis intenciones...




Camina por la parte interior de la acera en la calle peatonal,
mientras repatria, sin miedo ni recato, la inconsciencia de sus sonrisas
Lo que la vida no le dio, decidió invitarse y tomó de mano a la alegría,
mientras echaba a los males de la vida del lugar donde nadie les había invitado.
El arte y delicadeza habíanse tratado de huir y fugarse de su vida,
desplazadas y empujadas, sin temor ni delicadeza por la barbarie de los que no valían para nada.
El arte se había fugado con el vecino del séptimo, mientras que la delicadeza, dormía, en pecado, con la vecina del portal contiguo.
Sentado dejó de esperar, huyendo de la desesperación de lo que nunca llegará.
Cobarde y traidor, el entendimiento de la felicidad, permanecía escondido, entre las risas de la burla por la distancia.
Pero, el poeta, se lavó las manos y comenzó a esculpir sin el pesado pasado,
dejándose llevar en los ponientes de la inconsciencia.
Y el artista, se llenó con la sonrisa, cuando observada y veía la felicidad,
que creyendo ésta que engañaba y miraba, entre escondida en la distancia de la aparente dimensión.
El literato, la escribía y la describía en su totalidad,
pues su existencia y en su capacidad estaban las manos del afortunado.
La imposición de lo sabido como solución,
atropello a aquel que, en el engaño, esperaba, impacientemente, en la parada del autobús, a que llegara el del amor y la felicidad.
El otro, calzándose los zapatos de la libertad, saltando comenzó a subir el monte, con la tequila del amor y las gambas dela felicidad.
En la maravilla de la inconsciencia, permaneció en la cima del monte de la felicidad, hasta que aquella tormenta, con nombre propio, le tiró de allí.
Fugarse entre las nubes de la cobardía o tumbarse en la cama del que se rinde,
me perseguía, hasta que, cogido por los tobillos de unas ideas que no sabía a donde me llevarían, hui, con mucha valentina y diferencia, de allí.




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