Cansinamente,
pero no en el espíritu, sino en el ritmo impuesto, Carolina bajó
aquella luminosa, como todas, mañana a la orilla del mar a buscar
pequeñas tortuguitas de agua, que no emigraban, que no tenían donde
ir y pasaban todo el año en aquella zona.
Estuvo
recorriendo la playa de arriba a abajo un largo espacio de tiempo.
Totalmente
sobre si, había girado su vida desde que los visitantes la habían
llevado allí.
Ella
había estado viviendo en un observatorio situado en los Alpes a una
altura tal que los paseos o actividad fuera de éste era mínima.
Había estado más de dos siglos recorriendo los pisos del ataul de
su telescopio.
Tal
y como les había pasado a los otros nueve, es decir, diez con ella,
las cualidades definitorias de su personalidad tenían unas
características compartidas, que les había hecho ser los elegidos.
Paseaba
por la playa, sin más compañía que dos tortugas pequeñas pero con
la máxima pureza y limpieza, en todos los aspectos, de todo aquello
que la rodeaba.
Las
llevaba en un pequeño recipiente del que se peleaban ansiosas por
escapar. Así habían planeado y en ello estaban trabajando. Tras el
paseo por las inacabables ante la vista playas de allí, comenzó a
subir al monte del observatorio.
Creía
que moría, más de doscientos años sin sentir el viento cálido y
el sol y sin mantener una conversación con nadie.
La
había impactado el simple e inocente roce entre sus manos ¡cómo le
gustó tenerle cerca!,¡Cuanto pensó, entonces, en que la abrazara.
Poco le duró. Su alma, inevitablemente, se había endurecido.
Ahora
bien, su corazón aumentaba de velocidad cuando establecía la
conversación con Boris.
Llegando
ya al observatorio y tal y como habían planeado, apareció Boris y
comenzó con la conversación que hacia ya unos meses tenían
formalizada. No sabían el tiempo que les iban a mantener juntos, ni
el que quedaba para que su plan pudiera estar maniobrable, pero ya
habían tejido unas formas y maneras de interpretación entre ambos.
No estaba basada en ninguna estructura lógica ni había ninguna
acción con lo que traducir su fingida conversación. Necesitaban
trasmitir información sobre el experimento y plan.
-
Carolina, sabes que no se pueden traer animales vivos a el
laboratorio – le dijo con cara de contrariedad.
-
Boris, por su capacidad nula de interacción con las personas, las
tortugas y otros pequeños reptiles, sí – mirando a otro lado pero
en el hilo de la conversación, puso una cara de rabia contenida.
Sin
más intención que la conversación le preguntó.
-
Carolina ¿dejaste de contar el tiempo?
-
Nunca Boris.
-
Yo tampoco– se miraron, complicidad, fraternizad, comprensión en
la soledad, pena por la situación y la dignidad de su total acto de
asumir las circunstancias.
-
¿Has preparado los listados de las diferentes maneras que tenemos
para ordenar y organizar a los demás, a todos los que viven felices
bajo el engaño?. Los visitantes comenzarán pronto los traslados.
-
Sí, Boris, he acabado todo el trabajo para hoy.
-
Salgamos pues, a la balconada.
Dominando
todo el mar, era un escenario magnifico para todo aquel pensamiento
que tuviese una mínima correcta construcción racional.
-
Boris, pensé que moría. Los productos de los visitantes trabajaban
correctamente con mis impulsos físicos y anímicos, funciona y
funcionaban, pero mi mente iba a peor, me estaba, textualmente,
volviendo loca. Comencé a asumir el estado mucho tiempo después. No
entiendo como no me mandaron a aquella burbuja más cerca a ser un
ganado más en las granjas del oxigeno.
Ambos
dos no pensaban que hubiera ninguna dificultad ni problema en el acto
de tener algunas conversaciones sobre sentimientos primeros. Dulces,
tranquilos, inocentes, no podían imaginar que se los prohibieran.
Ahora, los oirían, y lo sabrían todo y esperaban que, desde la
grandeza de sus avances, supieran entender y comprender los lazos
anímicos que establecemos los seres humanos.
Cambiaron
impresiones sobre el paisaje que veían.
Algo
de humanoide había vuelto a sus pensamientos tras mas de 250 años
de soledad.
Entraron
dentro del edificio.
Habían,
al menos, cinco acuaterrarios con tortugas.
La
belleza y el estudio no era sospechoso para dos de las diez personas
que todavía guardaban y sabían los secretos y avances de la
humanidad hasta finales del siglo XXI.
Caminando
tranquilamente, llegaron a su lugar neurálgico de sus planes y vida.
En el lugar secreto, bajo de la antena parabólica, y totalmente
aislados del control de los visitantes, comenzaron a hablar. Allí
había también una pareja de tortugas, pero estas encerradas con una
tapa de cristal que hacia hermético el envase. Sólo tenia una luz
ultravioleta sobre ellas. Y allí estaban, encerradas, sin
intercambio de gases, superviniendo con facilidad. Lo único
delatable era la mayor tonalidad verde del galápago.
-
¿Esta herméticamente cerrado?, Boris.
-
Totalmente.
Carolina
estaba al tanto de los avances de Boris, pero la comunicación sobre
la temática directa, era muy poca.
-
¿No tiene entrada de oxigeno ni salida de dióxido de carbono?
-
No.
-
¿producen y consumen oxigeno?
-
Sí. El nivel de trabajo y consumo de dióxido de carbono se
minimiza.
Los
ojos de Carolina bajaron a media hasta de emoción contenida.
Estaban, pues no había otro en el camino de expulsar a los
visitantes.
-
¿Cómo Boris?, ¿cómo?, cuéntame.
-
la fotosíntesis en la piel. El dióxido es trasformado mediante la
fotosíntesis oxigenada de plantas superiores que desprende una parte
de oxigeno y agua. Puedo construir la química.
-
¿Tienen suficiente para vivir allí encerradas?.
-
No por mucho tiempo, no desprende suficiente oxigeno y poco a poco la
cantidad se iría reduciendo. Se trasforma a un ritmo más lento que
se consume.
-
¿dejará de ser, entonces, suficiente para la vida de los visitantes
y nos sacarán de sus granjas de producción?
-
Entiendo que es nuestra única salida. Sé la química. Tenemos que
infiltrarla en todos los habitante y con una diferencia temporal de
tres horas.
-
Ahora, pensemos tenemos que llegar a todos y vayámonos ya y
volvamos a la máxima rutina.
Allí
salieron de la antena y continuaron paseando por el similar patio
interior y si de un convento se tratase, continuaron hablando de
Física, conscientes de primitiva e irrisoria que tenía que ser
esta conversación para ellos que, claro está, allí les
controlaban.
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