Debido
a la utilización de la elección de los sueños inducidos, del
manejo total del sistema informático, su carácter introvertido,
reservado, reflexivo y el uso completo de todas las instalaciones del
observatorio, conseguían que Boris mantuviera su estado mental en un
estado equilibrado.
Seguía
investigando los modos y maneras, tanto de conseguir la trasformación
del CO2 en Oxigeno, así como la forma de realizar el aprendizaje y
utilización al mundo sin alma en que se había convertido la tierra.
Aquella
mañana los visitantes le dieron otro mensaje.
-
Boris, dentro de tres horas, va a entrar en contacto contigo,
Carolina, mujer de tu especie en tus mismas situaciones para
coordinar una serie de instrucciones que quiero que hagáis al
unísono.
Ahí
terminó el mensaje.
Quieto,
parado e inmutable permaneció Boris durante mucho tiempo.
Había
perdido la esperanza de mantener, alguna vez, una conversación con
alguna persona propietaria de la verdad.
275
años sin hablar con nadie en primera persona y en la realidad
física.
Como
el techo caído a su cabeza, el paso del tiempo y los años de
soledad se le amontonaron sobre su consciencia.
La
falta de sensación de realidad ante esta noticia, hacía que su
asimilación de la noticia fuera lenta.
¿Seré
capaz de mantener una conversación?, ¿me entenderá?, ¿me
aclararé?.
Preguntándose
estados similares, comenzó a ser consciente de la nueva situación.
El
nerviosismo iba aumentando y subiendo por minutos y segundos.
Claramente,
en estas condiciones, no tendría ninguna oportunidad ni posibilidad
de contarle su plan para salvar la tierra y a la raza humana, además
su descordinación de sus intenciones era máxima ante la situación
de no saber hasta que punto sería real la experiencia o un puro
elemento experimental de los visitantes.
Decidió
sentarse en la ventana y observar los pequeñas fluctuaciones que la
burbuja primera realizaba y olvidarse de todo hasta el momento en sí.
Sabía y era consciente que hasta la estancia en el momento, ningún
acto ni acción serían correctos. Las burbujas eran bonitas,
rítmicas, armónicas, acompasadas, limpias, hasta que la voz de los
visitantes le hablaron.
Boris,
habiendo olvidado por su alto grado de relax autoimpuesto y
aprendido, el motivo, oyó como le hablaban los visitantes y tal y
como hacía normalmente, apenas giró la cabeza, dispuesto a
contestar. Pero hoy la cosa era diferente.
-
Boris, ves a la sala central de proyecciones.
-
Sí.
Camino
de ella, se paró y volvió a la actualidad y su emoción se triplicó
cuando fue consciente que iba, ademas, a la sala donde estaba la gran
pantalla.
Entró,
en silencio, despacio y con la sala sin las luces.
Tanto
el aparato transmisor, como las luces de la sala, se activaron sin
que Boris interviniera.
Sentado
estaba allí cuando la imagen de Carolina apareció en la pantalla y
,unos ojos conscientes de la realidad, aparecieron con ella.
-
Boris
El
vértigo le invadió, dejó de sentir sus piernas y pensó que no
podría pronunciar ni una sola palabra, lo intentó.
-
Carolina
Los
ojos de ella también realizaron un recorrido extraño en el momento
que Boris pronunció su nombre.
Era
joven, la habían mantenido, también, en la edad en la que les
invadieron. Tenía cinco años menos que Boris, pero en sus ojos
había y estaba la misma historia.
Boris,
supuso, que debían de tener unas características similares para que
ellos dos fueran los elegidos. Continuó.
-
El pueblo de Akineton quiere que realicemos la agrupación de los
seres humanos en una sola burbuja de respiración.
¿Cómo
sabría su nombre?, ¿se lo dieron?
Los
labios de ella temblaban.
-
Necesitan unos dirigentes que organicen el trasporte, con la idea de
no hacer ni producir ningún cambio en la concienciación y el estado
mental. Para ello necesitan la coordinación de los vigilantes, es
decir tú, yo y los otros ocho.
Diez,
somos diez. La sonrisa y esperanza, siempre por dentro de su boca,
surgió.
-
¿Qué hemos de hacer?, Carolina.
-
No lo sé todavía. Dentro de dos meses nos reunirán en persona.
Permaneciéronse
mirándose con autentica insistencia y fijación.
-
Nos dirán entonces las instrucciones.
En
sus ojos vio el valor y la rebeldía.
Sin
previo aviso, la comunicación se cortó, las luces de la sala se
iluminaron.
Boris
permaneció allí sentado, mirando a la pantalla vacía.
Debía
trasmitir sus planes y avances.
Tenía
que luchar pues sus posibilidades se habían disparado, tanto por la
existencia de más personas libres, como el movimiento próximo de
contacto.
La
locura de la salvación empezaba a cobrar mayor realidad si más
mentes liberadas pudieran trabajar juntas, coordinando los planes y
acciones.
El
paso del tiempo había dejado de tener sentido durante más de 250
años, pero desde hacía unos minutos, cada segundo de menos en esos
dos meses se le estaban haciendo ya muy largos.
Había
dejado de vivir siguiendo el camino del sol y las estrellas, pero
aquella noche, observando el cielo, decidió irse a dormir cuando
oscureciera.
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