-
Pero, ¿tú crees que alguno de ellos parará un segundo
preguntándose por el sentido de la vida? - Andrés preguntó a
Pedro, mientras éste se alejaba y le miraba con cara de extrañeza.
-
Andrés, ¿sabes que el tiempo circula en la dirección opuesta hacia
donde creemos?
El
día había salido realmente agradable y la tarde se perdía muy
lentamente.
Hoy,
era quizás un poco más tarde y en el bar sólo quedaban ellos dos y
Alberto, quien en la esquina contraria y lejana en la que ellos
estaban, manejaba el móvil, con torpeza apreciable desde la
distancia, mientras se bebía, como siempre, una fría tónica.
-
Te insisto, amigo ¿no sería interesante, incluso necesario, saber
lo que somos, como camino ineludible de realización?, ¿por qué
esto que parece una idea simple, fácil, ligera no se pone en
práctica?
-
Andrés ¿quieres que te enumere el número de acciones en nuestra
sociedad moderna que nos impiden sumergirnos en cualquier pensamiento
que no tenga una aplicación inmediata, física y directa?, ¿quieres
que te cuente allá donde encerraron al último que trató de buscar
una explicación?
-
Pero, Pedro, ¿es una situación de la que podemos huir siendo cual
es nuestra naturaleza?, ¿podremos dejar de pensar en abstracto,
sobre el bien o sobre el mal mientras podamos hacer matemáticas?,
¿nuestra razón no nos abocara hacia la obligación del
comportamiento y acción?
Se
quedaron mirándose, conscientes de que su conversación había sido
un torrente en el intercambio de dudas. Sabían la dificultad de
encontrar afinidad en ciertos pensamientos.
-
Y Andrés, déjame que te pregunte por la utilidad del pensamiento en
términos abstractos si podemos construir una sociedad basada en
puros mecanicismos de funcionamiento, leyes, normas, modos.
-
Y la respuesta es la de siempre, la realización de nuestra supuesta,
pero siempre supuesta, naturaleza esencial constituida por la Razón
con el vicio de buscar el orden y en ocasiones el por qué.
Los
dos la ponían en práctica, y se producía la gran paradoja de su
probable inutilidad e incongruencia con su propia realización
Esto
se lo dijo algo encorvado. En ocasiones, Andrés, bajaba la cabeza
realizando y teniendo una mirada escondida desde el teatro de la
comprensión. Pedro, no erguido por formalidad, sino por la
constitución física, miraba a Andrés desde su bien apurada barba y
el síntoma de cercanía entre los dos.
-
Sabes – dijo Pedro, bajando tanto el ritmo como el tono de la
conversación- estos temas que nos preocupan o inquietan lo hacen por
partida doble desde el pensamiento en cuanto que el tiempo no pasa,
sino que se acaba.
-
¿que lo perdemos?
-
Eso me debato – le miró, señalándole ligeramente con el dedo
índice-
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